martes, 28 de julio de 2015

9 Melodía (según Bernstein, 21/12/1962)

La mayoría identificamos música con melodía (ritmo, armonía y timbre quedan relegados). Una nota, dos notas, ya es un motivo, una tercera nota, y con unas pocas más ya tenemos la Marcha nupcial de Mendelssohn:

De hecho, para disfrutar más con la música hay que intentar recordar grupos de notas o de acordes, motivos, temas y melodías, aunque no sean tonadas muy pegadizas. Por eso algunos no disfrutan con Bach o Wagner. (La música atonal es más difícil, Webern, Schoenberg,...) La melodía es la parte cantable de la música mientras que el ritmo es la parte bailable. La melodía pop o folk es completa en sí misma y nos deja satisfechos, no se desarrolla. Pero el desarrollo es lo fundamental en la música clásica, cómo crece y se desarrolla una semilla melódica, que no suele ser una melodía completa sino un tema que tiene que desarrollarse. No es una tonada el comienzo de la 5ª sinfonía de Beethoven. Y este tema de su 7ª sinfonía parece monótono como melodía, pero da uno de los adagios más profundos. Claro que hay temas que son melodías completas, como este de la 6ª sinfonía de Tchaikovsky: 
Pero lo que lo hace interesante, más que el tema en sí mismo es la repetición, exacta o ligeramente alterada, dentro del mismo tema. Tchaikovsky construye este movimiento repitiendo simplemente sus ideas en un orden determinado, 1-2-3. Muchos temas famosos se construyen según este método (1-una pequeña idea o frase, 2-la misma frase un poco distinta, y 3-la melodía despega en un inspirado vuelo):

También en la 5ª de Beethoven:
O el inolvidable tema de la Sinfonía de César Franck y la Sinfonía 39 de Mozart:
 
Wagner construyó sus inmensas óperas basándose en pequeños motivos en lugar de en las tonadas habituales. Las melodías wagnerianas están formadas por motivos. Mi ópera favorita puede ser Tristán e Isolda. Comienza con un motivo de 4 notas, seguido de otro motivo también de 4 notas y estos dos motivos enlazan uniéndose la última nota del primero y la primera nota del segundo. Después añade una maravillosa armonía y comienza la ópera:
 
No son sólo 2 motivos, es una frase, y es lo que hace Wagner, une motivos, construye frases, oraciones, párrafos, y toda una historia. El preludio de Tristán es una larga y apasionada melodía de 10 minutos, pero una melodía que se ha formado a partir de pequeños motivos. Y lo que plantea más dificultades a la hora de reconocer una melodía es el temido concepto de contrapunto, varias melodías sonando simultáneamente, con las que Wagner construye un espeluznante clímax: las cuerdas tocan su melodía subiendo cada vez más hacia el agudo en un frenesí, y mientras continúa, las trompas y los violonchelos (0:30), en la zona más grave están gritando el primer motivo de 4 notas que escuchamos al principio. Y también las trompetas, justo en el medio, entre las otras dos melodías, cantando repetidamente el segundo motivo de 4 notas (0:52):
 
Wagner, Tristán e Isolda, Preludio Acto I, Staatk. Dresden Carlos Kleiber 1982

Ya estudiaremos más adelante el contrapunto con Bach y otros, pero de entrada la dificultad no es la ausencia de melodía sino su abundancia. Vamos a escuchar ahora el primer movimiento de la gran Sinfonía en sol menor nº 40 de Mozart. El tema que abre este movimiento es un ejemplo perfecto del método 1-2-3. Primero una frase, que luego se repite un poco más grave, y en tercer lugar despega:
 
En una buena melodía es crucial su forma, la curva que describe (también en el pentagrama), cómo se eleva la tensión y llega la relajación. En el desarrollo, hay momentos que podrían considerarse no melódicos, pero escuchados atentamente sí lo son. Por ejemplo, las primeras dos notas del tema principal forman un motivo, que se va a usar a lo largo del movimiento. Así, más o menos por la mitad, una parte de la orquesta lo toca (0:20) mientras la cuerda toca en contrapunto el mismo motivo de dos notas, pero ampliado por duraciones más largas (0:32), con lo que al unirlos suena esta maravillosa melodía (0:42). Todo es melodía pura, también las partes de desarrollo. Si nos fijamos en esta otra sección (1:05) parece poco melódico, pero el tema está ahí, solo que abajo, en los instrumentos graves (1:18), mientras arriba sigue un apasionado contrapunto (1:29). Hay que aprender a escuchar con muchos oídos, en las profundidades y en la cumbre y, más difícil todavía, cuando está en medio, como en un sándwich (1:47). Escuchemos ahora otro fragmento y presta atención a un pequeño motivo en la voz superior sobre unas estáticas notas de la voz inferior (2:13), pero en medio dos clarinetes hacen su comentario del motivo (2:28) y son tan dulces y tiernos que sería una pena pasarlos por alto. Escucha el sándwich completo (2:47). 
 
Sinfonía nº 40 en sol menor KV550 1-Molto allegro VPO Bernstein 1984

Pero hay melodías que no lo parecen, otras difíciles de seguir o de  encontrar o de tararear, otras superpuestas o en contrapunto, etc. pero la razón más importante es qué esperan nuestros oídos: en otras palabras, el gusto musical. Y eso, de nuevo, depende de nuestra cultura musical y cuánta música clásica hemos escuchado. La canciones pop son pegadizas, pero casi siempre cansan al repetirlas, y las más complejas muchas veces pueden acabar siendo las más nobles y bellas (aunque no se canten en la ducha). Recuerda Bernstein que a los 14 años su profesor de piano le puso una nueva pieza para estudiar, y cuando empezó a leer el segundo movimiento, con una larga línea ornamentada, no era capaz de entenderlo. Parecía que deambulase sin saber adonde ir, zigzagueando, como hilando un largo hilo dorado que no se repite durante casi 5 minutos. Cuando graba esto, en 1962, piensa que es una de la obras más importantes de todos los tiempos, pero no pensaba así a los 14 años. Pensaba que las melodías debían ser tonadas. Nuestros gustos cambian al crecer, y con las épocas.
 
Concerto Italiano BWV 971 2-Andante Elena Kuschnerova Orfeo 2001

Hindemith (1895-1963) escribió una larga melodía hace casi 100 años, y algunos pensarán hoy que no es una melodía. Para Bernstein es conmovedora:
Ésta es una gran línea melódica, cuatro minutos de bellas curvas, arcos, cimas y valles. Si no os ha gustado, os consuelo diciendo que tampoco gustaron muchas de las obras de Brahms cuando se estrenaron, y hoy las consideramos melodías ejemplares. Pero entonces a los oyentes contemporáneos les parecían faltas de melodía. Escuchemos uno de los movimientos sinfónicos más extraordinarios, el último movimiento de la última sinfonía de Brahms, la 4ª, un movimiento genial por muchas razones ─que veremos─ pero aquí porque su tema principal está formado por una escala de 6 notas más otras 2 notas para finalizar, 8 notas en total, una por compás:
 
Siguen 30 variaciones de ocho compases de longitud cada una, que contienen esas mismas 8 notas en la misma tonalidad. Y una pequeña conclusión final termina el movimiento. No parece muy fascinante para melodía, pero lo es. Lo hace con contrapunto, motivos, repeticiones, método 1-2-3, con el tema en el bajo (passacaglia o chacona) o en las voces intermedias, etc.
Brahms_4ªSinfonía_IV. Allegro energico e passionato–Più allegro VPO C Kleiber







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