sábado, 30 de mayo de 2015

4 Escuchar y reconocer

Nada puede sustituir a escuchar la música. Después de que el primer paso esencial ─el deslumbramiento─ se haya conseguido mediante el azar que sea, de tener ganas de conocimiento y emociones provocadas por la música, el método siempre ha de contener la necesidad de escuchar música. El acercamiento podrá ser mediante medios como la radio (los podcasts de rne son una fuente llena de música), los vídeos (youtube es un pozo sin fondo en todo), el ordenador, mp3, disco, hasta llegar a la sala de conciertos

La escucha ideal es la suma de tres planos distintos, el plano sensual o de los sentidos; el plano expresivo o de los sentimientos; y el plano musical o intelectual. El primero es también el que antes nos llega, con cualquier música, incluso para odiar su tachín-tachín insoportable. Es inmediato, nos hace mover los pies (ritmo), bailar, tararear, cambia la atmósfera del lugar en que estemos (para bien o para mal). En algunos casos sirve de evasión, con lo que usamos la música para olvidar preocupaciones, sin escucharla. El último movimiento de la Tercera Sinfonía en Re mayor de Schubert (con 18 años) es ritmo puro, siguiendo la forma sonata que explicaremos pronto.


El plano expresivo alude a los sentimientos, desde los originados por la naturaleza (tempestades, lluvias, vientos, amaneceres,...) hasta los relacionados con la nostalgia, el amor, la separación, la traición, los celos,... A veces los compositores buscan eso, el sonido de las gotas al caer (y al oyente cándido es eso lo que le gusta), o ponen títulos como Pastoral o Apasionada o Patética, Sueño de una noche de verano, El mar, Claro de luna, Pasión según San Mateo, etc. con lo que nos dicen el fondo sobre el que la obra se desarrolla, pero en las grandes obras esto no quiere decir que tengamos que identificar cada melodía necesariamente con un sentimiento o un meteoro. Pero sí nos produce serenidad, exuberancia, pesar, triunfo, ira o deleite, con muchos matices para los que cuesta encontrar palabras. Incluso la gran música no siempre nos produce el mismo efecto, como el río de Heráclito no es el mismo ni lo somos nosotros. (Y en momentos de depresión la escucha de la música más amada se hace imposible, del daño que nos hace al revolver nuestra tristeza.) 

El tercer plano, el musical, técnico, intelectual o racional es el que tiene que ver con la propia música, su lenguaje, el conocimiento de su gestación, de su época, su compositor, su importancia en la historia, sus versiones, su estructura, las formas de sus movimientos, los distintos timbres de los instrumentos, la mayor o menor armonía entre ellos, el reconocimiento de sus melodías y sus modificaciones, etc. (No se trata, como alguno gusta de hacer, sobre todo en Alemania, de llevarse la partitura al concierto y seguirla mientas se interpreta, como tampoco un pianista es mejor si toca exactamente todas las notas.) Porque ─aunque esto es un tema de debate muy interesante─ no disfruta menos del cielo nocturno el que conoce el nombre de estrellas y constelaciones, y las identifica, el que distingue la luz de los planetas, el que tiene alguna idea de los miles de trillones de estrellas, de su duración, tamaño y distancia. Cuanto más activa sea la audición, cuanto más completa en los tres planos, más disfrutaremos. Yo me asombro al ver a tantas personas paseando por las salas del Louvre como quien pasea por un bosque sin saber el nombre de los árboles ni artistas, solo buscando hacerse una foto cuando encuentren la Gioconda o la barbacoa.

Cuanto más se escuche más gustará, más se aprenderá, más gustará,... Pero, para que guste más, la calidad del sonido escuchado es una variable importante. Sobre todo cuanto más monumental sea una obra ─cuantos más instrumentos contenga (TÍMBRICA), cuanto más cambie la intensidad del sonido (DINÁMICA) pasando de los pianísimos (ppp) a los fortísimos (fff)─ más impresiona oír una interpretación en directo. Los matices sonoros se aprecian poco en una grabación de baja calidad técnica y en unos altavoces de bajo precio. Y el hecho presencial, estar frente a unas personas que en ese momento y en ese lugar en donde estás producen una belleza sonora que cambia el ambiente y puede hacer cambiar algo en ti o producirte emociones (placeres) distintos a los demás. 

Para recordar o conocer algunos timbres hay dos composiciones famosas. El cuento para niños de Prokófiev Pedro y el Lobo, y la Guía de orquesta para jóvenes de Benjamin Britten.

Prokófiev: Pedro y el lobo

La esencia de la escucha es la memoria auditiva. Casi toda la música clásica se identifica y se construye en base a uno de sus elementos principales: la MELODÍA (los otros son el ritmo, la armonía y el timbre). Aunque al crecer nuestro conocimiento, no sea tan necesario, tenemos necesidad de seguir cualquier proceso de forma narrativa. Así también una sinfonía (que habitualmente consta de 4 movimientos o partes) es como una novela con sus personajes, sus historias y su destino. No quiero decir que la música sea una novela o una película, pero me parece que nos gusta acercarnos a los hechos artísticos con una empatía hacia ello, identificación o repulsa. Cada melodía es un argumento, o un personaje, como queramos y, aunque no es necesario le asociamos un carácter, masculino o femenino, valiente, melancólico, generoso, calmado, violento, etc.

Nuestra atención debe enfocarse en retener cada melodía, identificarla cada vez que vuelva a sonar, idéntica o modificada, con los mismos instrumentos o con otros, más rápida o más lenta, etc. Es más difícil que en una novela, porque los sonidos son más abstractos que los personajes, el sonido desaparece, se produce en el tiempo, pero la esencia de qué hacer en una obra musical es la misma que en una película o una novela, atención a lo que sucede, imaginar qué puede suceder después, oír si los temas cambian, se oscurecen, triunfan, desaparecen derrotados. Memorizar y reconocer las melodías principales al escuchar es el requisito fundamental para disfrutar.


La obra musical más gigantesca en proporciones es El anillo del Nibelungo de Wagner. Son 4 óperas, más de 16 horas de música, en este caso contando una larga historia mitológica con música (representada), personajes, acciones y muchos símbolos. Muchos cientos de wagnerianos peregrinan de una a otra parte del mundo cuando una nueva producción (que se supone valiosa) se representa. El musicólogo Deryck Cooke realizó un estudio de los temas principales y sus variantes (reconoce hasta 200) de los que, si queréis dedicarle un rato, os dejo una pequeña muestra.
1-01. Wagner Anillo Introducción
1-02. Wagner Anillo El símbolo fundamental en El anillo
1-15. Wagner Anillo El amor es otro de los símbolos centrales
2-02. Wagner Anillo Hay varios motivos de amor independientes

Y el comienzo de la Tetralogía, en la primera grabación completa y de referencia, la de Georg Solti y la Filarmónica de Viena de 1960.

Al principio casi no se oye, porque es un maravilloso crescendo (la intensidad va aumentando) y accelerando (la velocidad aumenta) sobre el acorde de mi bemol que describe el amanecer y los movimientos eternos de la corriente del Rin.

martes, 19 de mayo de 2015

3 Los rusos

La música clásica es la más incorrecta políticamente. Casi exclusivamente está escrita por hombres blancos europeos. Sobre todo centroeuropeos (alemanes/austríacos), italianos, franceses y rusos. Y estos últimos sólo con relevancia desde el romanticismo. Pero su música es de las que más atrapa en un principio, será por su predominio de la MELODÍA, por su expresividad sentimental, por su uso orquestal de gran intensidad y su instrumentación generosa, será por su alma rusa.

Ya pasa algo así en Literatura: Tolstói y Dostoyesvki son referentes que se miran con admiración, como a gigantes, grandes mundos construidos de una pieza, Guerra y paz, Anna Karénina, Crimen y castigo, Los hermanos Karamázov, el destino y el mal desarrollados a fondo. Y en lo pequeño, Chéjov, sus cuentos y sus dramas familiares.
Voy a elegir a 10 rusos (podían ser más, pero vamos poco a poco), 5 del XIX y 5 del XX:

Glinka, Borodín, Músorgski, Tchaikovsky, Rimski-Kórsakov
Scriabin, Stravinski, Prokófiev, Rachmáninov, Shostakóvich


Glinka: Ruslán y Ludmila, obertura de la ópera, basada en el poema de Pushkin, el poeta nacional ruso, muerto en duelo, y del que también son los poemas de las mayores óperas rusas (siempre en mi opinión): Boris Godunov y Eugenio Oneguin, de las que hablaremos.














Glinka - Ruslán y Ludmila Obertura de la ópera

De Borodín, hijo ilegítimo de un príncipe georgiano, y químico (siempre me extrañó que Kleiber dirigiera su sinfonía nº 2, quizá porque también él empezó a estudiar Química en Zurich), compositor aficionado, como él se denominaba, y poco prolífico, destaca su ópera El príncipe Igor, el poema sinfónico En las estepas del Asia Central y el tercer movimiento de su Cuarteto nº2.





Y vamos a terminar esta página con Músorgsky (todos los nombres rusos se escriben en cada idioma de una manera y pronunciarlos ni te digo, pero podemos entendernos). La primera es un poema sinfónico (claro que además de la música esos títulos ayudan a crear magia):

 
Músorgsky: Una noche en el Monte Pelado

Los Cuadros (1874) fueron escritos para piano y son una serie de 10 piezas referidas a otras tantas pinturas de su amigo Hartmann unidas por una melodía que se repite como si fuera el Paseo del visitante que va de un cuadro a otro. Desde el punto de vista de la FORMA es un ciclo de miniaturas del estilo de algunas composiciones de Schumann (típicamente románticas). 

Es un ejemplo, poco habitual, de una obra musical orquestada (por Ravel) que es tan admirada e interpretada como la original. Y puedes usarla para diferenciar claramente el TIMBRE, de un piano en una versión en directo de Richter en Sofía en 1958, y de una orquesta con variedad de instrumentos de viento y cuerda.
 
Músorgsky: Cuadros de una exposición (original piano)
 
Músorgsky: Cuadros de una exposición (versión orquestal)

1 Promenade
2 Gnomos: un gnomo alargando con pasos torpes sus piernecillas torcidas, con aullidos y convulsiones.
3 Promenade
4 El viejo castillo: un castillo de la Edad Media, ante el cual canta un trovador
5 Promenade
6 Tullerías: en la alameda de un jardín, algarabía de niños junto a sus juegos.
7 Bidlo: una carreta polaca con dos enormes ruedas, enganchada a dos bueyes. 
8 Promenade
9 Ballet de polluelos en sus cáscaras: imagen humorística de dos polluelos festivos; este dibujo a tinta china fue hecho para el decorado del ballet Trilbi.
10 Dos judíos polacos: uno rico y arrogante, el otro pobre y plañidero.
11 El mercado de Limoges: unas mujeres discutiendo animadamente en el mercado.
12 Catacumbas: se ve allí a Hartmann y dos sombras, visitando las catacumbas a la luz de una linterna.
13 Cum mortuis in lingua mortua
14 La cabaña sobre patas de gallina: una cabaña con forma de reloj, donde vive la bruja Baba-Yaga.
15 La Gran Puerta de Kiev: proyecto de construcción arquitectónica, en el estilo ruso antiguo, con cúpula en forma de casco.
Chicago Symphony Orchestra. Fritz Reiner. 1957

Pero su obra máxima, la mayor ópera rusa y una de las principales de la historia musical es Borís Godunov, de 1874. Una de sus principales innovaciones fue lo que llamaba la "ópera dialogada", un estilo de declamación que permitía comprender mejor el texto, que luego fue usada de varias formas (por ejemplo por Janáček y Berg).




miércoles, 6 de mayo de 2015

2 Periodos

Lo complejo y desconocido desconcierta y crea confusión. Si además requiere atención (tiempo), concentración (sosiego) y esfuerzo, y es contrario a la moda, entonces tiene todas las características para que casi nadie se aficione. Lo primero situarnos, saber dónde estamos, referencias temporales y espaciales (y culturales). La música clásica vamos a clasificarla en 5 grandes periodos:
ANTIGUA
MEDIEVAL (500-1450), RENACIMIENTO (1450-1610)
Victoria-Josquin-Palestrina-Monteverdi






     Monteverdi_
BARROCA
1610-1750
Bach-Vivaldi-Handel







CLÁSICA: 1750-1810 
Mozart-Haydn-Beethoven


Chopin_24 Préludes, Op.28 - 7_Andantino


MODERNA
POSTROMÁNTICA-NEOCLÁSICA-MODERNISTA
1870-1950 Brahms-Tchaikovsky-Bruckner-
R Strauss-Mahler-Rachmaninov-
Debussy-Stravinsky-Shostakovich-Schoenberg

Pero, tranquilos, es fácil, casi todo lo que se escucha es de 1700 a 1900, siempre fechas aproximadas, como va a ser casi todo lo que diga. Los estilos, a nuestros oídos, son más parecidos cuanto más antiguos sean, y más variados cuanto más modernos (en la última categoría cabe casi todo, como en un arte que termina de decirlo todo). 

Los límites no son exactos, un mismo compositor evoluciona (Beethoven, ejemplo máximo), y muchas veces un minuto de música nos sitúa y otras veces es imposible. El mismo compositor (Stravinsky) puede ser modernista (palabra que ahora se usa para las vanguardias) o neoclásico. Y todos utilizan todos los recursos de compositores anteriores, por lo que pueden "engañarte". De todo hablaremos con ejemplos, pero no se trata de aprender para un examen sino para disfrutar más, por lo que tampoco importa tanto. Lo principal es escuchar con ganas y atención.



1 ¿Cómo empiezo?

Pudo ser ese día. 1975. 
En París, que luego se acabó convirtiendo en la ciudad elegida, se produjo mi epifanía de la música clásica hace exactamente 40 años. Lo recuerdo con bastante precisión. Tenía 20 años, estudiaba 3º de Físicas y fuimos de "Paso del Ecuador". Quizá fue en marzo, porque seguía haciendo algo de frío y nos nevó un poco. 

Bajando por los Campos Elíseos (qué placer era viajar entonces, incluso a París, casi nadie viajaba, no sabéis lo que os habéis perdido, es una de las pocas ventajas de ser más viejo ─la mayor es haber vivido─), entramos en uno de los pasajes comerciales, no sé si el del Lido o más abajo, y en él, a la derecha, sonaba esta música:

El coro completo (número 11 de la ópera) podéis descargarlo con Claudio Abbado y la Orquesta del Teatro de la Scala (1975).

Iba con Carmelo y alguien más, pero es a él al que le dije, y con él entré en la tienda de discos a preguntar qué música era esa que estaba puesta. Nabucco, de VERDIel coro de los esclavos,"Vuela, pensamiento, en alas doradas". Un disco recién salido entonces, dirigido por un español (argentino) Waldo de los Ríos. (Poco después "supe" que eran unas versiones un tanto ligeras, pero estos momentos no se eligen.) Quedé hechizado. ¿Por qué? ¿Qué tenía aquel momento, aquel lugar, qué tenía en mi cabeza para que resonara aquella música en mi ser y desde entonces la música clásica haya sido una parte esencial de mi vida? Porque creo que los grandes comienzos son siempre así, pero no lo sabemos en ese momento y tampoco después encontramos las causas que lo hicieron posible. ¿Serán necesidades profundas de nuestro cerebro que ─como cuando el cuerpo necesita comer lo sabe─ encontrando algún estímulo en resonancia se abraza a él como si le faltara y ya no lo suelta? ¿No es así enamorarse? Más que nada, la necesidad de amar del que se enamora, importando algo menos de quién que el lugar, el momento, la ansiedad que sentimos.


(Yo entonces solo pensaba en los coches, los rallies, la carrera ─sin gran entusiasmo, pero a gusto─ y Marisa.)
Estuve preguntando a Carmelo, ¿cómo empiezo?, y al día siguiente fuimos a comprar el disco que me recomendó, mi primer disco de clásica: RIMSKY-KORSAKOV,  Sheherazade, Las Mil y una noches... La obra completa podéis descargarla en la versión de Gergiev y la Orquesta del Kirov (2002). 


Quería hacer una introducción antes de hablar de música, pero "caramba, se me fue la mano" ─como dijo la madre de Borges al cumplir 95 años, ¡4 antes de morir!─. Me ha costado decidirme y me ha costado empezar, porque hoy en red se puede encontrar de todo, y yo no he estudiado música, sólo haré lo que sé, explicar de forma simplificada todo lo que se necesita para que te guste la gran música, que como los sabores más desarrollados necesitan ─al comienzo─ un guía para no perderse en un jardín tan extenso. Aunque sin París, sin Nabucco, sin Carmelo, sin mis 20 años, sin lo que no sé que tenía en la cabeza en ese momento, sin mis desvanecidas ansias y complejos quizá no se habría dado nada de este placer de escuchar música, y sentir que «Sin música, la vida sería un error» (Nietzsche).


Termino con Kleiber (Sitta europaea, Trepador azul, Nuthatch, en la lista roja de especies amenazadas). Porque la música se hizo imprescindible cuando le vi y escuché (y también recuerdo perfectamente el estado de emoción física que me produjo) el 11 de octubre de 1987, el mismo año del vídeo, con las Sinfonías 4 y 7 de Beethoven.


Strauss. El Murciélago. Obertura

En el año 89 dirige el Concierto de Año Nuevo. De ahí es la grabación que os podéis descargar. Os tendré que hablar más. La música necesita de intérpretes para que exista, y tendremos también que hablar de ellos, de sus versiones. Mi referencia es Carlos Kleiber.


Creo que es la ausencia de guía y las revelaciones en encuentros al azar (radio, etc.) lo que produce un verdadero amor hacia la (blanca y muerta) gran música.
Es una frase complicada y yo pretendo explicarme de forma sencilla, pero me parece una reflexión que no puedo dejar pasar: Si queremos que alguien sienta amor por algo, se necesita que intervenga el azar, que en un momento dado produzca una descarga que apasione. Por eso los buenos profesores son importantes (pueden hacer de mediums) y los mediocres tan nefastos para conseguirlo.

(La gran música, hecha por blancos que están muertos, vaya detalle provocador y exacto.)

 
 


 
Para mis nietas o nietos.
(¡Va a ser un niño!, pero ahora se lo dedico a Elisa. 5 octubre 2017)

(Y ahora, 23/03/23 tengo también una nieta, Odissea Greta, 3 meses ya.)