Han pasado casi 100 años cuando Tolstói, que ya hacía 20 años que había escrito Guerra y Paz y más de 10 ¡Anna Karenina!, se vuelve místico anarquista pacifista ultracristiano, y artísticamente esto le lleva a escribir una pequeña novela de tesis, y no se le ocurre nada mejor que titularla La sonata a Kreutzer (1889), y así te estoy contando esta historia. La segunda pareja es una mujer casada (imagino que se llama Liza) y su amante (aunque nada explícito se dice) un vecino terrateniente y violinista que hacen música juntos. La sonata de Beethoven es sentida como símbolo de la pasión fatal y devastadora de los sentidos, porque tocan otras obras, una sonata de Mozart por ejemplo, pero nada como esto.
“¿Acaso puede tocarse en un salón entre damas escotadas? ¿Cómo es posible oír ese presto, aplaudir un poco y después tomar helado y comentar el último chisme de la ciudad?”
“La música me obliga a olvidar mi existencia, mi situación real; me transforma. Bajo su influencia me parece sentir lo que no siento, entender lo que no entiendo y ser capaz de lo que no soy en realidad.”
Tolstói un año después publica un comentario para “explicar con palabras claras y sencillas lo que opina” en donde ya como autor repite lo que cuenta el marido en la primera parte de la novela, dándole cátedra: abstenerse totalmente del placer físico, castidad absoluta, hasta en el matrimonio, seguir el evangelio (San Mateo), ni siquiera mirar a una mujer con deseo; cuando pensamos en amor romántico en realidad pensamos en sexo, y aquí se originan todos los males de hombres y mujeres. Muchos de los pensamientos, opiniones y sensaciones descritas por el marido en la segunda parte son todavía hoy de vigencia absoluta. Un detalle: al ver que la había matado y darse cuenta de lo irreparable concluye ¡que no debería haberse casado!
La tercera pareja es de Moravia, ellos se llaman Leoš y Kamila y han pasado más de 30 años desde la novela. En la situación que vive Janáček (70 años) es evidente que debe rebelarse ante las tesis de Tolstói –siempre es más fácil adoptar posturas que nos favorecen─. Está enamorado de Kamila, mujer casada también, de 32 años, “a la que amo infinitamente y creo que ella también me ama”, “mi único deseo y mi futura esposa”, en una relación que durará, por ambas partes, hasta la muerte de Janáček.
Y así se entiende su Cuarteto nº 1, titulado La sonata a Kreutzer (1924) por la novela de Tolstói, como una manera de mostrar su oposición a lo que sucede en ella: “Imaginaba a una pobre mujer, atormentada, hasta acabar asesinada”. Está diseñado como una ópera sin palabras (es en la ópera donde su nivel musical llega más alto), con cada instrumento jugando un papel, una voz, un personaje, hasta intentando imitar como hace en las óperas la cadencia del lenguaje hablado.
El primer movimiento sería una descripción de la mujer, sus deseos de libertad y amor, sus pasiones, sus frustraciones... La viola parece representar la compasión del autor por esa mujer.
En el segundo se presenta al violinista virtuoso, su amante, y los sentimientos que provoca, consiguiendo seducirla. Termina con una queja de la viola y un pavoneo del violín, orgulloso de su triunfo.
En el tercero, la música de Beethoven hace crecer las emociones, amor en la mujer, celos y repulsión en el marido, hasta que el reposo le abre los ojos y ella misma se compadece.
El cuarto es el final de la tragedia, la queja del primer violín come un lamento y el grito del cello que conducen como siempre a la calma.
Y esta otra pareja (1859), ellos se llaman Iliá y Olga, que se ha añadido a la historia (creaciones de Goncharov), y aunque yo te lo citaba como ejemplo de inercia y espera en la vida, nos viene bien también aquí en este juego de música, amor y literatura, porque lo suyo no es simple indolencia; hay más.
Si la primera parte de la novela se la pasa tumbado con su batín oriental, en medio del polvo y el desorden, dejándolo todo para más tarde, esperando que llegue la verdadera vida, es –creo yo– por un doble motivo, con el que me identifico: un fuerte rechazo del trabajo estéril (entendido como obligación, rutina, papeleo, jefes, compañeros...) en oposición al gusto por vivir (pasear, comer, beber, conversar, estar/tener unos pocos buenos amigos con quienes hacerlo).
Y las emociones (y el amor). “Cuando no sabes para qué vives, se vive de cualquier modo, te alegras de que haya transcurrido el día (...)”
A Iliá Oblómov es también la música la que le saca de su estado. Aunque, claro, la música, "Casta Diva" (aria famosa de Norma de Bellini), cantada por una encantadora joven Olga, que va buscando precisamente hacerle sentir algo (y lo consigue).
“No, no es la música lo que siento... ¡sino amor!” (Oblómov)
“La emoción le encendía las mejillas y las orejas; en su lozano rostro brillaba a veces la luz de una pasión madura, como si su corazón se hubiera adelantado al lejano futuro de su vida.” (Olga)
Y ya no se acuesta de día, ni cena glotón, y hace gestiones para vivir. Pero es inteligente y honrado, un corazón de cristal, y por eso duda: ¿no se habrá enamorado ella de mí porque no había otro?, ¿no seré un estafador? ¿Y no puede encontrarse la felicidad también en no buscar nada, en admirar cómo se mueven sus desnudos brazos arriba y abajo tras la aguja con el hilo? Y queda mucha más historia, análisis de sentimientos y fines, que te dejo que leas.
Casta Diva, che inargenti queste sacre antiche piante, a noi volgi il bel sembiante, senza nube e senza vel. Tempra, o Diva, tempra tu de' cori ardenti, tempra ancora lo zelo audace, spargi in terra quella pace che regnar tu fai nel ciel.
Voy a terminar con una pareja intrusa, que me ha venido con tanto ruso y tanto amor nunca feliz del todo: Beethoven y Giuletta, Liza y Vasilii, Leoš y Kamila, Oblómov y Olga, porque este nombre me llevó a pensar en otra que tenía de hermana a Tatiana, que también se enamoró del amor en figura de Eugene Oneguin, y éste también la despreció primero y más tarde la quiso, pero ella ya había madurado y no veía en él lo que entonces –el tiempo, hélas!
La ópera de Tchaikovsky está llena de melodías y basada en una obra del primer poeta ruso, Pushkin (¡éste me daría para algunos capítulos! Qué menos que decirte que murió por causa de su bella esposa Natalia en un duelo con su cuñado, después de haber tenido más de 100 amadas. Y que su primera hija, Maria, fue el modelo inicial de Anna Karenina. Con esto cerramos algunos círculos y abrimos otros).
Tchaikovsky Onegin Tatiana "Perezca yo, pero primero" T. Kubiak G. Solti 1974
Tchaikovsky Onegin Tatiana "Perezca yo, pero primero" T. Kubiak G. Solti 1974
Parte de una larga carta de amor:
“¿Quién eres tú? ¿Mi ángel guardián, o un astuto seductor? Resuelve mis dudas. Quizás todo esto es un sueño vacío, el autoengaño de un alma inexperta, y sea algo diferente..." ¡Qué más da! Desde ahora te confío mi destino. Llorando ante ti imploro tu protección. Imploro. Imagina: Estoy aquí completamente sola. ¡Nadie me comprende! ¡Mi mente desfallece agotada, y en silencio debo perecer! ¡Te espero, te espero! ¡Con una sola palabra haz revivir la esperanza en mi corazón, o rompe este sueño que me oprime, con el desprecio, ay!, con el desprecio que merezco.